Gran vaso de Iroco
Gran Vaso de Iroco ó Botella con Deidad. Realizado en 1957. Técnica: Arcilla roja y esmaltes. Medidas: 61cm de alto x 21cm de diámetro. Pertenece a la Colección del Museo Nacional de la Cerámica.
La pieza presenta un formato peculiar de botella de grandes dimensiones. Nuevamente aparece un motivo de los cultos afrocubanos: Iroko, que es la ceiba hogar de los dioses del panteón yoruba. En la composición, concebida a partir de la unión inusual pero feliz del verde y un magnífico azul profundo, la artista quiso otorgar corporeidad a la deidad, presentando su rostro estilizado a la manera de una máscara. Este motivo de la máscara es una presencia constante en toda su obra entendida como representación esquemática de lo humano y lo sobrenatural. Aunque el motivo temático es el árbol, la artista no se detiene en su forma externa, sino en sus atributos místicos; en el cuerpo de la gran botella se extiende la figura sagrada con sus brazos-ramas abiertos, un pequeño rostro destaca por sus ojos atemporales y penetrantes sobresaliendo de una pequeña mascarilla blanca. La corte de orishas solo es apreciable por algunos atributos: flechas, espinazos de peces, cuernos, hachas dobles y puntas de lanza, todos, mezclados con armonía y ritmo. Una pieza similar, pero con el tema de los Ibeyes, cuyo paradero se desconoce, fue realizada especialmente por la artista para el destacado intelectual cubano Don Fernando Ortiz.
La pieza presenta un formato peculiar de botella de grandes dimensiones. Nuevamente aparece un motivo de los cultos afrocubanos: Iroko, que es la ceiba hogar de los dioses del panteón yoruba. En la composición, concebida a partir de la unión inusual pero feliz del verde y un magnífico azul profundo, la artista quiso otorgar corporeidad a la deidad, presentando su rostro estilizado a la manera de una máscara. Este motivo de la máscara es una presencia constante en toda su obra entendida como representación esquemática de lo humano y lo sobrenatural. Aunque el motivo temático es el árbol, la artista no se detiene en su forma externa, sino en sus atributos místicos; en el cuerpo de la gran botella se extiende la figura sagrada con sus brazos-ramas abiertos, un pequeño rostro destaca por sus ojos atemporales y penetrantes sobresaliendo de una pequeña mascarilla blanca. La corte de orishas solo es apreciable por algunos atributos: flechas, espinazos de peces, cuernos, hachas dobles y puntas de lanza, todos, mezclados con armonía y ritmo. Una pieza similar, pero con el tema de los Ibeyes, cuyo paradero se desconoce, fue realizada especialmente por la artista para el destacado intelectual cubano Don Fernando Ortiz.
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